LA FERIA
PEDRO JOSÉ CABEZAS
El calor aprieta de lo lindo, nos encontramos en los inicios del
mes de Agosto y Villanueva de Córdoba se apresta, un año más, a
festejar con todo el colorido, la ilusión y la importancia que la
ocasión requiere la Feria y Fiestas en honor de Su Patrón, San
Miguel, celebración ésta que, con toda seguridad, se verá
aderezada y enriquecida con la presencia de paisanos ausentes y
visitantes foráneos, ya sea utilizando el vehículo propio o a
través del AVE.
La llegada del AVE (Alta Velocidad Española) a Villanueva de
Córdoba y su comarca, como ya escribí en un artículo relacionado
con este tema, ha supuesto un nuevo y fuerte empuje social, económico
y divulgativo para la propia villa jarota y para su zona geográfica
comarcal, el Valle de Los Pedroches, donde los medios de traslado
habían quedado obsoletos. Sin embargo, este modo de viajar en tren
tan cómodo y rápido ha provocado la masiva afluencia de gente a
nuestro concejo para celebrar eventos como el que nos ocupa o el del
suculento Día del Jamón, verbi gratia, acontecimiento cuya fama y
divulgación ha traspasado con el paso del tiempo las fronteras de
nuestra jurisdicción y de Andalucía debido a la incuestionable
calidad de los productos derivados del cerdo criado con las bellotas
de La Dehesa de La Jara, el bosque de encinas más importante de
Europa, que circunvala completamente a Villanueva de Córdoba.
La Administración autonómica ha puesto de relieve, pues, que el
nuevo servicio regular de tren abastece directamente a una
población de 32.000 personas, suma de los seis municipios
beneficiados, y que se eleva a las 55.200 si se tiene en cuenta el
censo de toda la comarca. A destacar también el servicio de
transporte público de viajeros (autobuses), que conecta la estación
de la línea de Alta Velocidad de Villanueva de Córdoba, situada
a 11 kilómetros del centro edilicio, con la mencionada localidad
jarota y las poblaciones de la zona.
Disfruto dando un paseo matinal por el recinto ferial y sus
aledaños para, de esta forma, impregnarme del ambiente singular que
vivimos por estas fechas y respirar esa contenida paz, ese temporal
sosiego, esa efímera calma que se inhala antes de que se reanude la
enorme algarabía, el gran estruendo, el inmenso alboroto que la
Feria transmite. Es éste un modo de involucrarme con mi paisaje, con
mi gente, con mis apetencias y mis impresiones.
Luego, con la arribada del mediodía, se imponen los firuletes
jaraneros. Los adornos, las peinetas y los trajes de gitana dan un
colorido especial al ambiente. Los enjaezados caballos bracean a lo
largo y ancho de las calles. En las atestadas casetas se escuchan
cánticos por sevillanas. Es la hora de la francachela y del tapeo.
Conviene, pues, degustar las exquisiteces culinarias que la
excelente, variada y sustanciosa gastronomía jarota nos sugiere,
regadas, cómo no, con olorosos y finos caldos de Andalucía, los
mejores del mundo.
La Feria, nuestra Feria, abarca todo un cúmulo de sensaciones,
un conglomerado de impresiones, un conjunto de emociones difíciles
de explicitar. Por ello, cuando se produce el esperado reencuentro
entre jarotes residentes y ausentes, a los que saludo muy
efusivamente desde esta atalaya narrativa, una alegría incontenible,
un algo especial, un gozo inenarrable se observa por acá y por
acullá, en calles y plazas, en tiendas, supermercados y bares.
Y ya que mencionamos las emociones, en nuestra Feria, sin lugar a
dudas, es imprescindible el sincero homenaje de admiración y respeto
hacia nuestros mayores. En su sabia mirada y en sus óptimos consejos
se perpetúan todas las virtudes positivas y verdaderas que las
jarotas y jarotes atesoramos.
Hacia ellos, pues, nuestra permanente
ofrenda de cariño y consideración.
Cariño sin cortapisas es el que se le ha de brindar a la
bellísima mujer jarota. Como decimos en Andalucía, “se me alegran
las pajarillas” al comprobar que muchas de ellas se incorporan a la
vida laboral desempeñando con eficacia cargos de mediana y alta
capacitación y alternándolos con las tareas propias del hogar, lo
cual, como es notorio, equivale a un doble trajín. La mujer jarota
está investida de una envidiable belleza, de un aura especial, de un
favorecedor encanto ensalzados por un toque peculiar de distinción y
elegancia que, tengo para mí, sólo se da en esta loada tierra y que
las ensalza y distingue de las demás féminas, sin menoscabar, como
hemos apuntado, la eficiencia, aptitud y competencia con que ejercen
cualquier profesión de diferentes niveles.
Es de rigor aludir también en esta crónica a la juventud. Esa
anhelante, cordial y sana juventud/divino tesoro, en quien tantas y
tan variadas certidumbres esperanzadoras tenemos depositadas en aras
de que Villanueva de Córdoba sea, con el devenir del tiempo, un
pueblo cada vez más descollante, digno e instruido y que esos
fundamentos constituyan los bastiones sobre los que se erija el
futuro de nuestra querida villa.
A la alcaldesa, Dolores Sánchez, le deseo fehacientemente que lo
mismo su gestión al frente del Ayuntamiento como la de su equipo de
gobierno redunden en beneficios y logros tendentes a conseguir que
Villanueva de Córdoba florezca y despunte en campos tan dispares
pero tan necesarios como los que atañen a los aspectos económico,
social, cultural y literario, sin olvidarnos de la faceta histórica.
No paso por alto mi veraz gratitud a las fuerzas
de orden público, tanto Policía Municipal como Guardia Civil, cuya
encomiable labor contribuye en gran medida a que un acontecimiento de
estas características discurra por los cauces de normalidad, buena
armonía y perfecta convivencia ciudadana que todos deseamos para que
reine un ambiente jovial, alegre y dicharachero en estos días tan
señalados en el calendario jarote.
La Feria de Villanueva de Córdoba, escribámoslo
sin circunscripciones, es una explosión fulgurante de vivencias, un
enorme estallido de júbilo, una estupenda amalgama de conmociones
maravillosas y mágicas que se adueñan de nosotros y nos hacen gozar
y divertirnos en estas jornadas de asueto. Hagamos propósitos, pues,
encaminados a que el Patrón San Miguel, en cuya prez se conmemora
este lúdico acaecimiento, favorecido por la infinita bondad de
Nuestra Patrona, la Virgen de Luna, permitan que el sano jolgorio,
las buenas vibraciones y la desenfadada algazara se expandan a sus
anchas por el animado recinto del Real de la Feria y ejerzan de
acicate para que la cordialidad y el desenfado sean los factores
predominantes entre quienes tenemos la suerte de disfrutar de las
fabulosas propuestas parranderas que, para el caluroso estío, nos
ofrece este fantástico pueblo llamado Villanueva de Córdoba.
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