jueves, 30 de julio de 2015

LA FERIA



LA FERIA
PEDRO JOSÉ CABEZAS

El calor aprieta de lo lindo, nos encontramos en los inicios del mes de Agosto y Villanueva de Córdoba se apresta, un año más, a festejar con todo el colorido, la ilusión y la importancia que la ocasión requiere la Feria y Fiestas en honor de Su Patrón, San Miguel, celebración ésta que, con toda seguridad, se verá aderezada y enriquecida con la presencia de paisanos ausentes y visitantes foráneos, ya sea utilizando el vehículo propio o a través del AVE.

La llegada del AVE (Alta Velocidad Española) a Villanueva de Córdoba y su comarca, como ya escribí en un artículo relacionado con este tema, ha supuesto un nuevo y fuerte empuje social, económico y divulgativo para la propia villa jarota y para su zona geográfica comarcal, el Valle de Los Pedroches, donde los medios de traslado habían quedado obsoletos. Sin embargo, este modo de viajar en tren tan cómodo y rápido ha provocado la masiva afluencia de gente a nuestro concejo para celebrar eventos como el que nos ocupa o el del suculento Día del Jamón, verbi gratia, acontecimiento cuya fama y divulgación ha traspasado con el paso del tiempo las fronteras de nuestra jurisdicción y de Andalucía debido a la incuestionable calidad de los productos derivados del cerdo criado con las bellotas de La Dehesa de La Jara, el bosque de encinas más importante de Europa, que circunvala completamente a Villanueva de Córdoba.

La Administración autonómica ha puesto de relieve, pues, que el nuevo servicio regular de tren abastece directamente a una población de 32.000 personas, suma de los seis municipios beneficiados, y que se eleva a las 55.200 si se tiene en cuenta el censo de toda la comarca. A destacar también el servicio de transporte público de viajeros (autobuses), que conecta la estación de la línea de Alta Velocidad de Villanueva de Córdoba, situada a 11 kilómetros del centro edilicio, con la mencionada localidad jarota y las poblaciones de la zona.

Disfruto dando un paseo matinal por el recinto ferial y sus aledaños para, de esta forma, impregnarme del ambiente singular que vivimos por estas fechas y respirar esa contenida paz, ese temporal sosiego, esa efímera calma que se inhala antes de que se reanude la enorme algarabía, el gran estruendo, el inmenso alboroto que la Feria transmite. Es éste un modo de involucrarme con mi paisaje, con mi gente, con mis apetencias y mis impresiones.

Luego, con la arribada del mediodía, se imponen los firuletes jaraneros. Los adornos, las peinetas y los trajes de gitana dan un colorido especial al ambiente. Los enjaezados caballos bracean a lo largo y ancho de las calles. En las atestadas casetas se escuchan cánticos por sevillanas. Es la hora de la francachela y del tapeo. Conviene, pues, degustar las exquisiteces culinarias que la excelente, variada y sustanciosa gastronomía jarota nos sugiere, regadas, cómo no, con olorosos y finos caldos de Andalucía, los mejores del mundo.

La Feria, nuestra Feria, abarca todo un cúmulo de sensaciones, un conglomerado de impresiones, un conjunto de emociones difíciles de explicitar. Por ello, cuando se produce el esperado reencuentro entre jarotes residentes y ausentes, a los que saludo muy efusivamente desde esta atalaya narrativa, una alegría incontenible, un algo especial, un gozo inenarrable se observa por acá y por acullá, en calles y plazas, en tiendas, supermercados y bares.

Y ya que mencionamos las emociones, en nuestra Feria, sin lugar a dudas, es imprescindible el sincero homenaje de admiración y respeto hacia nuestros mayores. En su sabia mirada y en sus óptimos consejos se perpetúan todas las virtudes positivas y verdaderas que las jarotas y jarotes atesoramos.
Hacia ellos, pues, nuestra permanente ofrenda de cariño y consideración.

Cariño sin cortapisas es el que se le ha de brindar a la bellísima mujer jarota. Como decimos en Andalucía, “se me alegran las pajarillas” al comprobar que muchas de ellas se incorporan a la vida laboral desempeñando con eficacia cargos de mediana y alta capacitación y alternándolos con las tareas propias del hogar, lo cual, como es notorio, equivale a un doble trajín. La mujer jarota está investida de una envidiable belleza, de un aura especial, de un favorecedor encanto ensalzados por un toque peculiar de distinción y elegancia que, tengo para mí, sólo se da en esta loada tierra y que las ensalza y distingue de las demás féminas, sin menoscabar, como hemos apuntado, la eficiencia, aptitud y competencia con que ejercen cualquier profesión de diferentes niveles.

Es de rigor aludir también en esta crónica a la juventud. Esa anhelante, cordial y sana juventud/divino tesoro, en quien tantas y tan variadas certidumbres esperanzadoras tenemos depositadas en aras de que Villanueva de Córdoba sea, con el devenir del tiempo, un pueblo cada vez más descollante, digno e instruido y que esos fundamentos constituyan los bastiones sobre los que se erija el futuro de nuestra querida villa.

A la alcaldesa, Dolores Sánchez, le deseo fehacientemente que lo mismo su gestión al frente del Ayuntamiento como la de su equipo de gobierno redunden en beneficios y logros tendentes a conseguir que Villanueva de Córdoba florezca y despunte en campos tan dispares pero tan necesarios como los que atañen a los aspectos económico, social, cultural y literario, sin olvidarnos de la faceta histórica.
No paso por alto mi veraz gratitud a las fuerzas de orden público, tanto Policía Municipal como Guardia Civil, cuya encomiable labor contribuye en gran medida a que un acontecimiento de estas características discurra por los cauces de normalidad, buena armonía y perfecta convivencia ciudadana que todos deseamos para que reine un ambiente jovial, alegre y dicharachero en estos días tan señalados en el calendario jarote.

La Feria de Villanueva de Córdoba, escribámoslo sin circunscripciones, es una explosión fulgurante de vivencias, un enorme estallido de júbilo, una estupenda amalgama de conmociones maravillosas y mágicas que se adueñan de nosotros y nos hacen gozar y divertirnos en estas jornadas de asueto. Hagamos propósitos, pues, encaminados a que el Patrón San Miguel, en cuya prez se conmemora este lúdico acaecimiento, favorecido por la infinita bondad de Nuestra Patrona, la Virgen de Luna, permitan que el sano jolgorio, las buenas vibraciones y la desenfadada algazara se expandan a sus anchas por el animado recinto del Real de la Feria y ejerzan de acicate para que la cordialidad y el desenfado sean los factores predominantes entre quienes tenemos la suerte de disfrutar de las fabulosas propuestas parranderas que, para el caluroso estío, nos ofrece este fantástico pueblo llamado Villanueva de Córdoba.

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