martes, 3 de mayo de 2011

Los lavaderos en Villanueva de Córdoba

Villanueva de Córdoba está bastante alejada de los ríos con suficiente caudal, por eso se vio en la necesidad de proveerse de agua haciendo numerosos pozos, tanto en el casco urbano como en la periferia. Muchas casas tenían en su interior un pozo con cuya agua se hacía la colada, pero no todas tenían pozo, ni el agua estaba lo suficientemente clara como para poder lavar.

Por ello se construyen lavaderos públicos en el extrarradio, junto a los pozos, que anteriormente se habían empleado en el consumo humano y del ganado. También contaba Villanueva de Córdoba con numerosas fuentes en el casco urbano destinadas al uso público, ya que hasta los años 60 no contó la población con la red de agua en las casas.

En muchas ocasiones, las mujeres lavaban en pozos privados de los campos cercanos a la localidad o bien en las fuentes de la periferia. Estos lugares no contaban con pilas de granito, por lo que lavaban en las paneras y en los Lavapiés.

Al día de hoy, se conocen cinco lavaderos públicos:

1.- Fuente El Caño, en el camino de la Bermejuela.

2.- El Gusanito, en el camino de la Conejera.

3.- El Regajito, en el camino de la Virgen de Luna.

4.- Pozo Nuevo, carretera de Cardeña.

5.- Sancho, carretera de Torrecampo.

La Ruta de los lavaderos comienza partiendo de la Plaza de toros, siguiendo el camino de la Bermejuela hasta llegar al lavadero Fuente del Caño y al pozo de la cadena. Después de retroceder hasta la Plaza de toros, el segundo tramo discurre por el camino de la Conejera hasta llegar, a la altura de 450 metros, al lavadero El Gusanito, situado junto al paraje de “Las Conejeras”. Una vez llegados a este punto, cambiaremos de sentido para conectar con los dos anteriores caminos recorridos. Atravesaremos el pueblo por la calle Luna y tomaremos un camino que nos lleva al lavadero de El Regajito.

Éste cuenta con 18 pilas situadas en talud que permitían el llenado del abrevadero de forma natural. Las pilas se llenaban de agua del pozo para después lavar y aclarar la ropa. Al haber pocas pilas, siempre se daban disputas por conseguir una.

Cuando no se disponía de pila de granito, se lavaba en paneras y lavapiés, que se colocaban en el ponedero para lavar en mejor posición. Cuando no había ponederos, las mujeres lo hacían colocando piedras que extraían de las paredes de al lado.


A escasos metros tenemos el pozo Grande o pozo de la cadena, el único que conocemos su fecha de construcción, 1934, rodeado en semicírculo de pilas de granito. Antiguamente, cuando las mujeres se agrupaban para lavar, en ocasiones se secaban los pozos, por lo que tenían que esperar a que se recuperasen.

El lavadero conocido por el nombre del “Gusanito” fue utilizado por las mujeres de Villanueva de Córdoba hasta la segunda mitad del siglo XX, debido a su cercanía a la población, a las numerosas pilas y a la gran explanada para secar la ropa.

El día de lavado, que solía ser una vez por semana, comenzaba cuando todavía no había amanecido, a eso de las cuatro o las cinco de la mañana, pues era muy importante coger un sitio no muy alejado del pozo, así como terminar de las primeras, cuando aún había juncos libres donde tender la ropa. Se solía pasar todo el día lavando por lo que las mujeres llevaban la comida hasta el pozo y allí mismo comían. Una vez terminada la jornada, había que volver con la carga hasta la casa. La colada se llevaba en una panera o barreño sobre la cabeza para amortiguar el peso.

El proceso de lavado comenzaba una vez llenadas las pilas de agua del pozo. Primero se separaba la ropa blanca de la de color, y la más sucia de la menos. Después quitaban lo más sucio de la ropa refregando agua con jabón.

A continuación, se sumergía en agua limpia y se le volvía a dar jabón para ponerla al sol en la hierba o encima de las paredes. A este paso se le llamaba “rehervir”.


Después se le daba una ojeada a la ropa por si necesitaba otro lavado. Si estaba limpia, se hondeaba aclarándola con agua para quitar los restos del jabón. En el último aclarado se le echaba azulillo, polvos de añil, que se empleaba para dar un tono azulado a la ropa blanca después de lavarla.

Cuando estaba lavada, se escurría bien la ropa sobre los lavaderos para que tardase poco en secarse. La ropa se sacudía y se estiraba con fuerza para que no tuviese arrugas. Para finalizar, se tendía sobre juncos, paredes o cuerdas que ataban de árbol a árbol.

Es indudable que, aparte de la lógica función higiénica, los lavaderos públicos desempeñaban un papel social en la comunidad jarota, pues en ellos se comentaban los chismes, dimes y diretes, habladurías y murmuraciones que constituían la comidilla coloquial de aquellas épocas en Villanueva de Córdoba.

6 comentarios:

Dolores dijo...

Pedro José todo lo que dices es verda, me ha gustado mucho el artículo.

Pascuala Castro dijo...

Pedro José, he leido el artículo y me ha gustado mucho recordar aquellos tiempos. Sigue recordandonos nuestros tiempos

juanjo dijo...

amigo pedro jose has hecho un buen articulo

Juan dijo...

Muy bien, Pedro José, un gran articulo.

marcela dijo...

Pedro José,me parece un artículo muy interesante y verídico .Yo cuando pequeña he vivido esto, pues he acompañado a mi madre muchos días a lavar al pozo del tio Miliciano,lugar donde ahora está el nuevo campo de futbol. Un saludo.

Ana dijo...

Pedro José he leido tu artículo sobre "LOS LAVADEROS EN VILLANUEVA DE CORDOBA "y me ha gustado mucho porque hemos recordado la vida que llevaban nuestros antepasados y aunque nos lo han recordado algunas cosas las hemos vivido y me ha gustado mucho.